La plancha

 Con Jota fuimos a comprar una plancha, en casa ya tenemos una plancha, funcionalmente correcta, solamente que necesitaba otra, por el tema de que Jota es costurera y hace vestidos. Jota dice que la plancha puede manchar la ropa. Bueno, la cosa es que vamos a comprar una plancha, estamos en el supermercado y frente al estante de electrodomésticos.

Ka, su amiga y mentora en la costura, le recomendó dos modelos. Dos marcas "Imaco" y "Thomas". Ambas casi con las mismas características. Lo bueno de tener solo dos opciones nos va a ahorrar tiempo. Y para mí, viendo que ambas tienen las mismas características y que la "Imaco" es más barata, no hay tiempo que perder ni cosas que pensar. Hay que comprar la "Imaco".

Jota se convenció de lo mismo y entonces me dice que la llevamos. Como en los supermercados, cuando se compra un electrodoméstico, no lo tomas del estante y te vas a caja a pagar, sino que vas con el encargado del área de electrodomésticos y esa persona te escribe un código en el primer papel que encuentra y tienes que ir con ese papel a una de las cajas registrados donde pagas, te dan tu ticket y con ese ticket vuelves al área con el encargado y él/ella te entrega el electrodoméstico que hayas comprado, así sea un celular o un refrigerador.

Bueno, entonces voy con mi nueva plancha, y encuentro en el counter del área de electrodomésticos a una chica. Lo que empezó a preocuparme es que la chica vestía practicamente el uniforme de la marca "Oster". Cuando le mencioné que iba a llevar la plancha, ella me sonrió y me acompañó de regreso al estante de las planchas, donde Jota me esperaba. La chica Oster preguntó si ibamos a comprar "esa" plancha. Dijimos que sí, aunque yo ya se lo había mencionado. Entonces, comenzó a describir una plancha marca "Oster" que ni siquiera habíamos mirado. Y seguía y seguía. Yo miraba a Jota y ella solo sonreía tratando, seguramente, de ser amable. Pasaron algunos minutos, y entendí que la chica nos iba a describir todas las planchas marca "Oster". 

- Jota, te dije que la señorita nos iba a convencer de comprar una plancha Oster.- dije tratando de ser lo suficientemente claro sobre nuestra intención de comprar la plancha "Imaco".

Jota rió pero vi una mirada de duda que me aterró. ¿Ahora quería la Oster?. La chica sonrió y aparentemente no le importó mucho el comentario. Luego continuó con su discurso.

 Jota estaba dudando, la perdía. Pero una serie de miradas y frases cortas, ya clásicas entre nosotros, la recuperó del hechizo Oster.

Señorita, vamos a llevar la Imaco, estamos apurados-dije.

Si. Vamos a llevar la Imaco, la Oster es más pequeña-dijo Jota.

La chica Oster se rindió. Nos pidió acompañarla al counter, donde buscó un pedazo de papel y anotó un código.

Vaya a caja-dijo fríamente.

Fui a caja y pagué el precio. Cuando regresé la amable chica Oster que explicaba pacientemente cada características de todos los modelos de planchas y mejor amiga de Jota había desaparecido. Es decir, estaba ella, pero parecía el vigilante de una discoteca al cual caes mal porque has matado a su gato. Y a su perro. 

Jota se mantenía alejada, y me di cuenta que había mantenido una adecuada distancia del counter. Y luego cuando regresabamos a casa con mi plancha en la mano, porque la agradable chica Oster ni siquiera me dió una bolsa, me confirmó que ya esperaba que la chica estuviera de mal humor y por eso no se acercó al counter.

Por favor señores directores de supermercados, deben poner a alguien imparcial en la venta de electrodomésticos, no a alguien que quiere venderte una marca en especial y si no le compras se comporte como si la hubieras traicionado.


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