La chica de la tienda

Ya la había visto antes, total siempre iba a esa tienda. Era chata, y tenía un lindo rostro con unos ojos color caramelo que le gustaban mucho.

Un día la invitó a salir,ella accedió si iba con una amiga, él lo pensó bien, podía decirle que sólo quería salir con ella, pero si le decía eso, la chica se podía sentir presionada o acosada en el peor de los casos. Aceptó la condición, salieron a comer un ceviche. Los tres.

La amiga era un poco antipática, hablaba poco, y la mayor parte de cosas que sólo entendía ella, él estaba perdido. Pero trató de jalar el tema de la conversación hacia un tema más conocido por él. Al terminar, se despidieron, el se quedó entre tonto y buena gente, pero se presumió asimismo de haber podido saltar la valla de la amiga antipática.

Al día siguiente volvió a encontrarla. Le sonreía de modo diferente a los otros días. Casualmente le sugirió que podían salir otra vez. Eso le alegró mucho. Espero pacientemente un par de días y volvió a invitarla.

Ella volvió a pedir que fuera con su amiga. Esta vez él se resistió un par de veces, antes de ceder y volvieron a salir los tres. A comer ceviche, una cervecita también. La amiga antipática estaba menos predispuesta a malograr la salida.

Al terminar, pensó que quedaba entre buen amigo y proyecto de algo más que amigo. Sentía que avanzaba, pero no quería acercarse demasiado como amigo, sino todo saldría mal.

Tercer intento: la invitó a cenar. Esta vez ella no dijo nada de su amiga. Eso era lo que él esperaba. Fueron a un restaurante donde pidieron parrilla y conversaron acerca de Julio César, Cleopatra y Marco Antonio. Ella se declaró romántica y él por no quedarse atrás dijo que en ocasiones se podría morir de amor. Tal vez por ella.

Ella abrió sus ojos caramelo y lo quedó observando antes de seguir hablando de Cleopatra. Bajó los ojos y dejó de hablar de la reina de Egipto para decirle que le parecía conocerlo desde hace años. Eso causó que él tuviera dificultades para pasar el trozo de carne que en ese momento estaba en su boca. Ella siguió hablando sin levantar la mirada, diciendole que él era el tipo de hombre que le gustaba, pero que la confundía mucho, él no podía pasar el trozo de carne y no podía responder. Lo logró, y le tomó de la mano.

Le dijo que ella le gustaba mucho, y que quería conocerla mejor, ser mucho más que un amigo. Cuando ella levantó la mirada, se dió cuenta que tenia los ojos caramelo inundados de lágrimas. Se levantó y se fué corriendo del restaurante. Parecía una escena de una telenovela. No le dolió que lo dejara solo mientras los demas comensales lo miraban extrañados, seguramente algo le pasaba y él tenía que averiguarlo, porque ella le importaba.