Un Peso en el Pecho

Era un día cualquiera. Y andaba por la calle con mi café, rumbo a la oficina. Estaba bebiendo cuando la vi. rubia, blanca, con un polo rojo y un jean azul. Flechazo. un peso en mi pecho. Pasan días. Pasan días. Pasan semanas. Incluso fui al doctor.

Al ir al trabajo, en el ascensor parecía que ese peso en mi pecho fastidiaba a todos. En la oficina parecían reírse de ese peso en mi pecho. un bebe en la cola del supermercado lloro al verme. ¿Sentía el niño ese peso en mi pecho?

Solo la recordaba. Caminando lento. Rubia y blanca. Bella. Extrañamente bella. Una desconocida total. Un amigo me vio, debió sentir el peso en mi pecho y se propuso aliviarme del trance. Me consiguió una cita con una chica hermosa, bella, espectacular. pero el peso en mi pecho no cedía. no era rubia, era demasiado voluptuosa y el peso en el pecho parecía molestarla. Luego otra vez mi amigo. El sentía ese peso en mi pecho. y las cinco chicas con las que salí en ese mes lo sentían, mi amigo era muy insistente. A la sexta chica le dije que no a mi amigo, que gracias pero no. Había perdido las esperanzas.

Un sábado en la lavandería la encontré. A la rubia. Me miró y el peso en el pecho se desvaneció. Ella me miró sorprendida porque yo la miraba sorprendido. Ella estaba ahí, tan cerca, y nos saludamos sin saludarnos. Comenzamos a hablar de muchas cosas. Cuando nos despedimos ella comentó extrañada que sentía como un peso en el pecho. Yo no le dije, pero yo también lo sentía, y era porque nos íbamos a alejar. Lo que hice fue invitarla a salir. Ella dijo que sí.

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