Angie

No se como empezar porque yo no se como empezó todo. A Angie la conocí en la calle. Precisamente haciendo cola para un trabajo. Ella estaba delante de mí, y desde que yo había llegado en mis adentros me había dicho: "que suerte tengo". En ese trabajo querían jóvenes para repartir volantes, estaba algo necesitado de dinero y el dinero que prometían no era poco para solo unas horas de trabajo.

Seleccionaron unos cuantos, a diez, yo tuve la suerte de que era el único que conocía una zona de Chiclayo y ya era uno de los repartidores de volantes. En realidad no eran solo volantes, íbamos a ir de casa en casa dejando unos sobres con información acerca de un producto.

Nos dividieron en cinco parejas, y a mí me toco con Angie. Muchos me miraron con una cara de envidiosos.

- Hola, soy Sergio.
- Hola Sergio, me llamo Angie, creo que nos espera una caminada de la patada.

No quise asustarla contándole que era un salvaje al que le gustaba caminar, y por eso, es que quería el trabajo. Tendría horas de caminar y encima me pagarían por ir al lado de una linda chica.

- Si pues...
- ¿Estudias?

Fuimos conversando hasta que llegamos a la primera casa. Yo llevaba la mochila que contenía los sobres. Nos habían dado unas gorritas amarillas y un polo verde. "Parecemos loros", dijo Angie que caminaba alegremente con un fólder. Toco a la puerta y sale una señora gorda y algo despeinada. De la impresión me quede mudo. Menos mal que Angie salió a mi rescate recitando de memoria las frases que nos habían enseñado en la oficina.

Cuando terminamos y fuimos a la siguiente casa, mientras yo refunfuñaba por mi poco valor, ella caminaba tranquilamente. Volteo a verme de pronto y me dijo que si seguía con esa cara nadie nos abriría la puerta. "Maldita", pensé.

- Es que con tu carita creo que mejor tu hablas, y yo entrego los sobres, OK?
- OK
- Tu seras la fachada, y yo lo interno.
- Yo la fachada, acaso tengo cuerpo de pared

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